
"Cuando el vagón entro a la estación Insurgentes, logré ver en el limite del andén a la horda sin gesto, a la enorme multitud de personas que poseidas de una estúpida ansiedad abordarian el tren, como gusanos empeñados en devorar la pared de un gran trozo de queso rancio. Senti a mi lado el aliento de un ciego que preguntaba en voz alta si la estación siguiente era Insurgentes. En realidad lo sabia muy bien, sólo aprovechaba el silencio de los otros para vociferar y hacerse el importante lanzándonos en la cara su aliento fétido. Estaba tan cerca demi que podia oler los puños de su camisa
- Te voy a matar, ciego cabrón-le dije al oido."